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Origen de la violencia ¿en casa?

Desde dónde viven la violencia los padres de las víctimas de un bullying escolar, de un feminicidio a una de sus hijas, de la desaparición sin rastro de sus hijos

Escrito en OPINIÓN el

La maternidad normalmente tiene un halo que la recubre de romanticismo, todo de color de rosa, con fantasías de un supuesto instinto materno.  Y sí hay algo fisiológico en lo que empuja a una mujer a querer reproducirse, así como también a cualquier ser humano -aunque más a las mujeres- a acudir al llamado de un bebé indefenso e intentar calmarlo, o a derretirse por el olor que despiden y desear cargarlo y cuidarlo y hacerlo suyo.

Pero, como ahora sabemos, no todas las mujeres tienen ese deseo de tener un bebé, y más importante aún, todas tenemos historias que nos llevan a crear patologías con las cuales defendernos de las inclemencias de la vida, como mejor podamos.  Y en ocasiones, eso mejor que se puede hacer, no da para cuidar amorosamente a un crío.  

Más bien, da para querer desaparecerlo.  ¿Enfermedad?  En palabras menos juiciosas podría decir que utilizando las defensas para lo que nos alcanza.  Y no sólo las mamás, los papás, también.  Ojalá que todos fuéramos amorosos, emocionalmente inteligentes y con deseos de darle lo mejor a nuestros hijos.  En ese caso, todos los hijos gozaríamos de una vida propuesta para la pura salud mental.

(Foto: Unsplash)

Pero la vida no es tan sencilla.  Con una ojeadita a este mundo podemos ver mucho más violencia de la que nos gustaría aceptar. Pensando en ella es que comencé a pensar en qué tipo de violencia estudiar, pues últimamente tenemos enormes muestras de diversas versiones: desde la guerra en Ucrania, los feminicidios en México, las balaceras en las escuelas americanas, los desaparecidos y asesinados en nuestro país. Intenté encontrar un hilo conductor en todas ellas y elegí el que más me interesa en mi práctica: la parentalidad.  

¿Desde dónde viven la violencia los padres de las víctimas de un bullying escolar, de un feminicidio a una de sus hijas, de la desaparición sin rastro de sus hijos?  No sólo es el tremendo vacío y la aceptación que parece casi imposible de no volver a ver a un hijo.  El lanzamiento de voces exigiendo que termine la violencia no parece suficiente.  ¿Cómo se debe cuidar a esos hijos?  ¿Qué tanto hay que asegurarse de que nadie los está acosando en las redes sociales? ¿molestando, si se están metiendo en problemas y qué tanto es demasiada intromisión y esos cuidados los hace sentir asfixiados?  ¿Importa cómo se sientan ellos mientras estén a salvo?

¿Qué tanto los padres deben meterse en la “intimidad digital” de los hijos?  ¿Pueden/deben hacer caso omiso de lo que se encuentran en las redes sociales, o deben investigar lo que sucede en ellas? Escucho a mamás en el consultorio pidiendo orientación en cuanto a cómo ser papás de adolescentes, porque parece tan diferente lo contemporáneo que les cuesta trabajo identificarse con esa adolescencia y necesidad de independencia dentro de un mundo amenazante.  

(Foto: Unsplash)

Se desea proteger a los nuestros: “ni una más”, “vivos se los llevaron y vivos los queremos”.  Así demandan las madres de los violentados.  Pero… ¿no es ésta la propuesta también de la National Riffle Association” en EU, que demanda el derecho a protegerse y a proteger a los suyos de los peligros externos? Si alguien se mete en propiedad privada, éste tiene derecho a disparar”.   

Pero, aún con toda esta protección, no puedo dejar de pensar en la violencia interna. Sí, esa que ocurre en el interior de los hogares:  de padres a hijos, entre hermanos, de padrastros a hijastras y a un largo etcétera.  ¿Cómo se protege uno de la violencia intrafamiliar?  ¿Con armas?

Veo unas fotos de niños parados afuera del congreso de armas en Estados Unidos con letreros que dicen “¿soy el siguiente?”  ¿Cómo se podrá metabolizar eso?  ¿Cómo se organiza en la mente?  ¿Hay alguna función paterna que pueda llegar a ayudar en el entendimiento de que el lugar que se concibe como el más seguro para un niño sea también el más riesgoso?

(Foto: Unsplash)

Y, de pronto, alguien más alza la voz y enfoca los reflectores de la culpabilidad justamente a los padres.  En el caso de Debhani se cuestiona cómo pudieron conciliar el sueño con el celular apagado cuando su hija había decidido salir, a pesar de la oposición inicial de la madre ante la petición de la hija, mostrándole lo que ha ocurrido con varias jóvenes en esa ciudad.  ¿Ni darse cuenta que no había llegado hasta la mañana siguiente?  

¿Y qué hay de los padres de los perpetradores de la violencia?  El papá del adolescente ejecutado del tiroteo en Uvalde manifestó haber preferido que lo matara a él.  ¿Habrá alguna manera de entender el daño que puede llegar a hacer un hijo?  ¿Se puede creer que ese hijo fuera capaz de matar… de matarse?

Hay mucho que explorar.  Muchos puntos de vista que intentar entender; voces a las cuales darles voz; sufrimientos que sanar o, al menos, acompañar.