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Depresión navideña

Es real y es producto del Trastorno Afectivo Estacional, ua padecimiento emocional que afecta al 10% de la población mundial

Escrito en OPINIÓN el

Para algunas personas sería imposible pensar en cosas tristes alrededor de la “época más feliz del año”. Desde finales de noviembre, todo diciembre y comienzos de enero, nuestro ambiente y nuestras emociones se encuentran en sintonía para solo disfrutar, ver amigos y familiares, comer, beber y convivir, además de comprar, dar y recibir regalos

Pocos pueden pensar en que hay seres humanos que pudieran sentir y experimentar tristeza persistente y pérdida de la capacidad de sentir emociones positivas al nivel de una enfermedad como la depresión

Hay que decir, inclusive, que existe el Trastorno Afectivo Estacional, una patología en el espectro de los trastornos del estado del ánimo, que llega a afectar al 10% de la población en estos tiempos, y que es suficientemente importante para afectar la calidad de vida de las personas, su capacidad de sentir, sus emociones, su forma de pensar y sus interacciones con otros seres humanos. 

 

Hay que decir que nuestro país se encuentra favorecido por las condiciones geográficas para presentar con menor relevancia este padecimiento, debido a que los cambios estacionales no son tan marcados, a diferencia clara con los países nórdicos, donde se reportan porcentajes tan altos como del 30%.

Factores que desencadenan la depresión navideña:

1. Neuroquímicos: durante el invierno tenemos menos horas de exposición a la luz. Esto determina que se reduzca la producción de melatonina que es la hormona que se encarga de regular los ciclos de sueño y vigilia en el ser humano. Al disminuir las cantidades de melatonina también se reducen los niveles de serotonina, neurotransmisor básico para mantener estables los estados de ánimo, reducir los montos de ansiedad y tener buenas interacciones con el medio ambiente. Estos cambios, definitivamente, favorecen la presencia de síntomas depresivos.

2. Ambientales: Son varios los factores ambientales: 

  • El primero es el que mencionamos al inicio de este artículo, las personas se sienten incongruentes con su estado de ánimo triste en una época donde se supone que todos debemos ser felices, esa expectativa no cumplida y la falta de conexión y empatía con el tono emocional de todos los que tenemos alrededor provoca la depresión navideña.
  • El segundo es que celebrar el fin del año obligadamente nos hace reflexionar sobre los objetivos que se cumplieron y los que no se cumplieron, una fuente casi segura de frustraciones por los logros no alcanzados.
  • En tercer lugar es que generalmente también son momentos de pensar en los familiares que murieron y que ya no pudieron celebrar con nosotros, lo que provoca una sensación nostálgica y melancólica que nos hace cuestionar nuestro estado de felicidad cuando faltan personas en la mesa de nuestras cenas. Falta decir que muchas familias llegan a estas alturas del año presentando dificultades económicas que no nos permiten festejar y comprar los regalos que quisiéramos para nuestros amigos y familiares significativos.

(Foto: Pexels)

Como ya pudimos ver, el de la depresión navideña se trata de un fenómeno complejo, como parte del trastorno afectivo estacional, contando con desencadenantes desde ambientales hasta químicos que favorecen su presencia. Hay que mencionar que para manejar estas situaciones, el primer paso es psicoeducar para poder tener detecciones oportunas. El segundo paso es acudir con expertos para poder llegar a los manejos más especializados al respecto.

En los países nórdicos se han habilitado clínicas de terapia lumínica con lámparas especiales que suplementan el rango exacto de luz que extrañan estructuras cerebrales como el hipotálamo. En países como el nuestro el consejo es que si los síntomas de la depresión navideña se presentan con la intensidad suficiente para afectar la funcionalidad social, familiar y en algunos casos laboral; es necesario aplicar algunos ciclos de psicoterapia de intervención breve o fármacos de uso corto que pueden cambiar nuestro sufrimiento navideño