La cirugía laparoscópica revolucionó las intervenciones quirúrgicas al cambiar la forma de abrir la pared abdominal y disecar los tejidos con un cuidado excepcional, sin pérdidas innecesarias de sangre y teniendo como principio único la disminución del llamado traumatismo quirúrgico.
La cirugía laparoscópica es una modalidad de abordaje quirúrgico para operar diferentes órganos abdominales por medio de microincisiones (de menos de un centímetro) en el abdomen.
Esta modalidad se caracteriza por ser menos invasiva y traumática que la cirugía clásica o convencional y, por lo tanto, la recuperación postoperatoria es mucho más rápida.
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La cirugía laparoscópica es uno de los avances quirúrgicos más importantes del siglo pasado, al realizar las mismas intervenciones que la cirugía convencional evitando grandes incisiones. Durante la intervención se utiliza un laparoscopio, instrumento óptico que permite observar el contenido de la cavidad abdominal de forma maximizada y manipular los tejidos de los órganos a tratar.
La Academia Americana de Cirugía sugiere que un cirujano laparoscopista se puede llamar experto cuando ha realizado al menos de 50 a 100 procedimientos del órgano afectado.
En la actualidad, la cirugía laparoscópica puede ser utilizada para realizar casi todas las intervenciones quirúrgicas que se hacen en la cirugía convencional, sólo que de manera muy poco agresiva. Por esta razón, otro nombre que se le da a este tipo de abordaje quirúrgico es cirugía de mínima invasión o cirugía endoscópica.
La laparoscopía es utilizada para dos propósitos generales: 1) realizar un diagnóstico cuando no se logró obtener por medio de análisis clínicos o imagen de rayos X y 2) resolver una enfermedad que requiere operación.
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La opción de esta intervención laparoscópica se realiza cuando se quiere causar un impacto mínimo en el cuerpo del paciente, tener una recuperación menos dolorosa y un regreso rápido a las actividades diarias. La elección entre una y otra opción depende de diversos factores y recomendaciones por parte de los especialistas.
En el caso en el que el protocolo de estudio no logre llegar a un diagnóstico preciso y certero, la opción de una laparoscopia diagnóstica nos permite, por medio de una cirugía de mínima invasión, introducir una cámara y revisar los órganos con sospecha de enfermedad, que puedan ser los causantes de las molestias o síntomas en el paciente.
En la actualidad, con el avance en los estudios de rayos X, es rara la ocasión en que requerimos utilizar esta técnica; sin embargo, cuando nos vemos en la necesidad de usarla nos permite tanto diagnosticar el órgano afectado como resolver ahí mismo el problema por medio de la cirugía, con la enorme ventaja de no tener que abrir el abdomen completo, como se hacía antes con la cirugía tradicional.