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Las vacunas contra la covid-19 no son experimentos

Las vacunas son fármacos seguros y eficaces por estas razones

Escrito en OPINIÓN el

En esta colaboración me gustaría tocar un tema constante en mensajes y comentarios en consulta por parte de mis pacientes.

Y es si el uso y aplicación de todas las vacunas contra la covid-19 representan una serie de experimentos de moléculas no debidamente probadas y que, más que benéficas, resultan riesgosas y con efectos desconocidos para la mayoría de la población.

Organismos regulatorios

Menciono un primer argumento: la Food and Drug Administration (FDA) de los Estados Unidos y la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) de México le han dado una categoría que se conoce como aprobación para su uso de emergencia a todas las diferentes marcas de vacunas existentes en cada país. Esto significa que nos encontramos en medio de una situación urgente de salud a nivel nacional y mundial y se autoriza su aplicación a partir de los datos obtenidos en la fase III de investigación clínica.

Fases de investigación

Por lo tanto tenemos que recordar cuáles son las fases de investigación para que cualquier producto de la industria farmacéutica reciba la aprobación para su uso. Después de la investigación de una molécula en laboratorio y en su uso en animales, se pasa a la fase I, donde se prueba en voluntarios sanos, se mide su distribución en el organismo humano y sus niveles en los diferentes tejidos.

Si los datos son robustos y aceptables, se pasa a la Fase II, donde se prueba en sujetos que son portadores de la enfermedad en la que se planea el uso de este medicamento y se buscan datos de seguridad y tolerabilidad, sobre todo para conocer cuáles son las mejores dosis y vías de administración.

Si los datos pasan los estrictos controles de calidad, llegamos a la Fase III, donde –en personas con la patología en cuestión– se buscan los datos que refuercen el mecanismo de eficacia para control, respuesta y curación de la enfermedad.

Finalmente se llega a la Fase IV, o conocida como postmercadeo, donde –ya lanzada en el mercado– se reúnen las evidencias de cómo funciona en escenarios de la “vida real” de las personas enfermas, un procedimiento conocido por los expertos como farmacovigilancia.

Las vacunas ya no representan ningún tipo de experimento

Es por esto que, para el caso de la infección por SARS-CoV-2 y sus potenciales vacunas, se reunieron los datos de su aplicación en voluntarios sanos, en personas enfermas o con riesgo de enfermarse y, sobre todo, de su seguridad, tolerabilidad y eficacia para conseguir la producción de anticuerpos que confieren la inmunidad necesaria para poder enfrentar a este terrible patógeno en las mejores condiciones posibles. 

Esto representa, números más y números menos, alrededor de 6,000 personas expuestas a cada vacuna antes de poder contar con la robustez estadística para someter una vacuna a la autoridad regulatoria de cada país.

Por lo tanto y rotundamente, hay que decirlo alto y fuerte, las vacunas que se nos ofrecen para inmunizarnos ya no representan ningún tipo de experimento: son fármacos seguros y eficaces para recibir todos los beneficios. Sólo nos queda responder a la duda que casi siempre es consecuencia de resolver la interrogante ¿cuál es la mejor vacuna?: la que te toque.